Apariencia de cánido. Hombre envuelto en un sudario del que sólo salen las manos, sujetando los cetros de poder (el flagelo y el cayado). En casos particulares se despoja de su apariencia momiforme. Sobre la cabeza lleva una corona troncocónica flanqueada por dos plumas a cuya base se añaden, en el Reino Nuevo, dos ureos, disco solar y dos cuernos de carnero horizontales y retorcidos (corona atef). Tiene la piel pintada de verde o negro como símbolo del renacimiento.
La manifestación animal de Osiris es poco frecuente, pero puede aparecer bajo las formas de cocodrilo, toro negro, garza o guzanieves, chacal, dos halcones y un gran pez. Tiene por objeto sagrado el “pilar dyet” y el estandarte cónico que se representa en el templo de Abidos, que guardaba la cabeza del dios.
A finales del Reino Antiguo, en Abidos, usurpó el lugar de Jentyamentiu. Osiris reinaba en la tierra, era el heredero de Gueb, enseñó a los hombres todas las artes necesarias para que la civilización avanzara, pero su hermano Seth, que reinaba en el desierto le envidiaba. Fue un dios de la vegetación; moría en la estación más seca y renacía tras la retirada de las aguas de la crecida. Su mito refleja un fenómeno natural, el nacimiento, desarrollo y muerte de las plantas. La resurrección del dios se plasma en los llamados “Osiris Vegetantes”, unas figurillas que se introducían en las tumbas, o en los “Osiris Grano” que se elaboraban en los templos una vez al año. Formó parte de la Enéada Heliopolitana donde se conjugan el mito solar y el osiríaco, y en él, junto con sus hermanos, representa el orden político que reproduce la vida del hombre. Fue el soberano del Submundo, presidía la escena del juicio del fallecido (Psicostasia), punto culminante y vital en el deambular del difunto por el Más Allá. Junto a su esposa Isis, fue la personificación del principio histórico y del orden político; fue el legitimador por excelencia del reino de Egipto y representó todos los aspectos beneficiosos del amor familiar. Llevaba el epítelo de Unnefer, que significa “El que se mantiene Perfecto”, y que llega a ser el nombre del dios independiente en Época Tardía.
Osiris tuvo diversas variantes locales; fue una de las deidades egipcias más importantes y con mayor número de manifestaciones. En El Libro de los Muertos, encontramos más de ciento diez designaciones del dios del Más Allá. Se presenta excepcionalmente como una deidad hostil al difunto.