Osiris reinaba en la Tierra, era el heredero de Gueb, enseñó a los hombres todas las artes necesarias para que la civilización avanzara, pero su hermano Seth, que reinaba en el desierto le envidiaba. Por este motivo organizó una confabulación contra su hermano y, en compañía de setenta y dos cómplices, logró engañarlo y asesinarlo, desmembrando el cuerpo y lanzando los despojos al Nilo. Isis, al enterarse de la desgracia, se sintió tremendamente apenada; ayudada por Neftis y Thot partió recorriendo todo el país, buscando los pedazos de su amado esposo. Allí dónde encontraban un fragmento levantaban un templo donde se veneraba la reliquia.
La búsqueda concluyó con éxito, pero lamentablemente, Isis había hallado todos los trozos excepto el falo, que había sido devorado por unos peces. Asistida por Anubis, Isis restauró el cuerpo de su marido practicando la Ceremonia de Apertura de Ojos y Boca y la momificación. Por medio de la magia, se convirtió en un milano y aleteó ante el dios provocando un aire reanimador. Se posó sobre él y misteriosamente fue fecundada por su esposo quedando embarazada de Horus, al que daría a luz en la mítica isla de Jemis en el Delta. Horus se convierte en el hijo póstumo de Osiris.
La fragmentación del cuerpo del dios está íntimamente ligada a la luna, ya que, Osiris es cortado en 14 pedazos, número asociado a las jornadas que pasan desde la luna llena hasta la nueva. Su muerte se recordaba durante el mes de Joiak (mes en el que se entendía que Isis había encontrado los fragmentos de Osiris y había construido los Santuarios) en multitud de festejos a lo largo de la geografía egipcia.