Calendario civil y astronómico del Antiguo Egipto

Un fenómeno astronómico relevante que los antiguos astrónomos egipcios observaron fué el orto helíaco de Sirio, coincidente con el comienzo de las inundaciones (solsticio de verano).
Desde el momento que la constelación de Orión es claramente visible en el horizonte, sólo habrá que esperar unos cuantos días para que se produzca el fenómeno de la salida helíaca de Sirio.
Este fenómeno es observable cada año y proporciona una estimación muy aproximada del año sóthico (365,25 días entre dos salidas heliacas consecutivas).
El calendario civil egipcio de 365 días tenía un desfase con el año trópico (coincidente con el año sóthico) de 0,25 días/año, por lo que perdía un día cada cuatro años, y con el transcurso del tiempo las estaciones se desfasaban, lo que provocaba problemas administrativos.
Esta diferencia de 0,25 días/año hacía que con respecto al año civil egipcio la salida heliaca de Sirio se retrasara cada cuatro años un día, de donde se deduce el ciclo Sóthico de 1460 años, este ciclo es el que corresponde al número de años que transcurren en que la salida heliaca de Sirio ocurre el mismo día del año.
Este indicador de 1460 años ha sido útil para datar con fechas absolutas (aproximadas) la historia de Egipto.
La escritura jerogífica de Sirio (Shotis), el referente marcador celeste, es:


Por un juramento que el faraón pronunciaba en el templo de ISIS, no debía introducir un mes, ni siquiera un día ni alterar la fecha de un día de fiesta, sino continuar midiendo los 365 días como decretaron los antiguos. Por este hecho fracasó la reforma de Canopus, 238 a. C.  (templo de los dioses Evergetas), ya que los sacerdotes estaban recelosos y no llegaron a ponerse todos de acuerdo para ajustar el calendario civil al calendario astronómico de 365,25 días; no fué hasta el año 26-25 a. C., cuando se introdujo el calendario Alejandrino, en que se añadió un sexto día epagómenos cada cuatro años.